Se poco de física. Mucho
menos del Big bang con el que comenzó todo esto que ahora a nuestro alrededor
vemos.
Para mí el universo
comienza aquí, en este pequeño pedazo del mundo. Comienza en una mesa, unas
hojas, un cuaderno, una buena lapicera, la luz suficiente que permita escribir.
Estoy en un bar. De fondo
suena Youºre going to lose that girl. Espero el solo de George y todo encaja mágicamente.
Hace poco mi amigo Héctor
Gómez, estudioso del origen de las palabras, me escribió desde México. Me dijo que escribir es un derivado de la
palabra cicatriz. Dejar una cicatriz en una superficie para plasmar un mensaje,
un dato, una idea. Pienso que muchas veces escribimos sobre aquello que aún no
ha cicatrizado en algún lugar de la mente.
Y aquí, en este rincón del
Universo, comienza la estrafalaria gestación de personas y lugares que no
conocemos y empezaremos a descubrir a partir de que las letras se alineen sin
solución de continuidad quién sabe hasta donde.
Es un momento de felicidad
intensa.
A mi alrededor la gente
desayuna, lee, conversa. Yo estoy aquí y en otro lugar. Sin pensar en nadie,
escribo.
Y aquí, como en el Big
bang, comienza otro mundo.