La mayorìa de las veces, antes que el fuego, el humo da sus señales.
Y el fuego hasta entonces invisible, aparece.
Unos dìas atràs, Buenos Aires apareció envuelta en una nube de humo. Era difícil respirar, ardìan los ojos.
Los sojeros, evitan desmalezar encendiendo los pastizales. El humo, empujado por el viento, llegò a la ciudad.
El fuego llegò después.
Desde hace 90 dìas mi paìs se mantiene en vilo por una huelga de la gente del campo, que entre otras cosas provoca el desabastecimiento y el alza de los precios.
Recuerdo que mucha de esa gente, cuando se encontraba frente a un piquete, opinaba que habìa que terminar con todo eso y meter en cana a esos negros que no quieren trabajar.
El piquete ahora fue utilizado por ellos para bloquear las rutas e impedir que granos, leche, carne, llegue a la Capital o a los centros de distribución. Parece ser que algunas cosas son ilegales cuando otros las practican.
Humos del vecino.
En mi paìs se habla de redistribuciòn de la riqueza. Y automáticamente aparecen voces que dicen lo mismo que decìan hace décadas, cuando la que gobernaba era otra mujer, què disparate, una mujer en el gobierno, una tilinga que solo quiere mostrar su poder, sus joyas y sus carteras compradas en Europa. Cristina Fernàdez y Eva Duarte son el eje de un mismo discurso.
Y escuchè con espanto decir a vecinos míos: “No tiene que terminar el mandato.”
Y escuchè con un espanto mayor decir en otro lugar: “Es un gobierno de montoneros”
En este paìs, en mi paìs, se juegan revanchas todos los dìas.
Es un paìs difícil de gobernar. Un paìs que pasa por una crisis como èsta y ya se habla de corralito, estampida del dólar, malestar.
El campo se autodefine como la Patria.
El campo dice que gracias al campo, este paìs se puso de pie.
Desde hace muchos dìas, circulan por Internet una serie de correos electrónicos que años atràs circularon para atacar a un riojano que en una década tuvo un efecto parecido a la bomba de Nagasaki. Como si este gobierno y aquel fueran lo mismo, como si las cosas se dirimieran por la manera de mirar en el bolsillo de los otros.
Los vecinos hacen humo.