A
veces llegamos a un diván impulsados por buena gente que nos recomienda: ¿porqué no te
hacés ver por un psicólogo? Puede que esas personas hayan detectado algunos
síntomas. Esta es una guía para tener en cuenta si ha llegado tu hora.
Crees
que hay un testigo de Jehová en el placard.
No
te gustan los Beatles.
Pasas
por la vidriera de una armería y recuerdas a tus compañeros de trabajo.
Cuentas
tu vida en primera o en tercera persona de acuerdo a tu estado de ánimo.
Cambias
un artefacto de tu casa y arrojas el viejo a la calle aunque vivas en un séptimo
piso.
Te
sientes el único ser del planeta en el subte a las 5 de la tarde.
Envías
un correo electrónico y te quedas frente a la pantalla esperando la respuesta.
Discutes
con tus padres y compras un libro de Shocklender.
Sueñas
que amasas una fortuna y la colocas al horno distraído junto con un pastel de
carne.
Sueñas
que te persiguen los jíbaros gritándote “cabecita de novia”
Despiertas
confundido, sin saber si fue ayer que creaste la luz y hoy debes descansar.
Discutes
a menudo con el retrato de tu madre.
Te
causa gracia esta señal y se lo cuentas al retrato. Ambos se ríen.
Escuchas
voces a tu alrededor y estás seguro que traman tu muerte.
Crees
que eres Napoleón y en Rusia no funciona el GPS.
Sueñas
que eres Paul Mc Cartney y un estado repleto te pide Hey, Jude.
Sueñas
que eres Simone de Beauvoir y tus amigas de preguntan que opina Sartre de que
bailes en el programa de Tinelli.
El
Facebook dice 3573 fotos y solo 6 no son selfies.
Te
sientes Carlos Gardel pero siempre antes de tomar un avión.
Haces
una lista de señales para ir a ver un psicólogo y luego se lo cuentas al
retrato de tu madre.