Hernán Pignotti, nuestro periodista especializado en política, ha tomado una foto del borrador del discurso con el que recibiremos a Obama. Antes habíamos adelantado la agenda de las primeras medidas de gobierno. Puede ocurrir, que ante el anticipo de la información, los redactores realicen algunos cambios. Se lo adelantamos a nuestros lectores.
Bienvenido, señor Presidente. Los argentinos estamos orgullosos de
recibirlo en nuestro suelo. Usted, que bien distinguido es con un premio Nobel
de la Paz, sabe que la paz hermana a nuestros pueblos. Porque se acabaron las
horas de falsas relaciones con trasnochados dictadores, acérrimos enemigos de
la libertad de sus ciudadanos. Se acabaron las horas del populismo y la
demagogia. En la mesa del banquete de las naciones cada uno ocupa su lugar y
nosotros queremos sentarnos a la derecha de nuestro anfitrión tan estimado.
Es hora de insertarse en el concierto de naciones que usted tan bien
representa.
Siguiendo vuestros pasos, señor presidente, a su pujante sueño
americano, que han llevado al hombre a la Luna, nosotros, modestamente, hemos
colocado en el espacio dos satélites. ¿Qué tenemos que ver los argentinos con
países que no pueden fabricar una bengala? ¿Qué tiene que ver nuestra nación
con los aborígenes que hoy gobiernan un país sudamericano? Y no crea, señor
presidente, que hablo sin conocimiento de causa. Mi esposa, aquí presente,
tiene en su taller de alta costura a muchos trabajando. Y puedo asegurarle,
señor presidente, que su raza no trabaja pensando en desarrollo, en
crecimiento, en ansias de progreso. Ven fuego y huyen, señor presidente. Cabezas
gachas, señor presidente, sin postura, sin orgullo, sin dignidad.
Si usted hubiese venido unos meses antes, no hubiera reconocido a este
pueblo que hoy le abre los brazos. Estaban inmersos en tristeza, odio,
inconformismo. Este pueblo cayó en una grieta, en divisiones, en la
desesperanza. Y hemos asumido el compromiso de devolverle a los argentinos el
derecho a creer, a sentirse incluidos en el mundo, no exiliados. Pero era
lógica y genuina aquella tristeza de este pueblo hoy feliz, si quienes los
gobernaban hasta el 10 de diciembre visitaban China, Rusia, Angola. ¿Qué nos
proponían? ¿A dónde nos llevaban? ¿Pensaban que podíamos aprender algo de
ellos, que puede Argentina hacer buenos negocios con países satélites y no
centrales?
Acabo de entregarle, señor presidente, nuestro compromiso de ponernos
al día con los holdouts, denominados buitres por el gobierno anterior, que
como toda demagogia populista, se hacen los adolescentes rebeldes con el dinero
de otro, comportándose irrespetuosamente ante la investidura de un Juez de una reconocida nación soberana.
Ahora está aquí Usted con nosotros, como
prueba cabal de las buenas gestiones y de lo que somos capaces de hacer cuando
nos unimos en aras del desarrollo, en búsqueda de la libertad, poniendo la
vista en el horizonte.
Este pueblo no se olvida, señor presidente,
que en la guerra de Malvinas, ustedes, desde siempre nuestros hermanos mayores, con sus buenos oficios y mejores
intenciones, han tratado de una y mil formas de alcanzar la paz. Yo mismo se lo
he expresado a Cameron en el five oclock tea con el que me agasajó aquella
maravillosa tarde londinense.