Decían que venían en nombre de Dios, de las Santas
Escrituras y de la Paz.
Masacraron, violaron, impusieron, despojaron.
Aniquilaron su cultura, su lengua, su dignidad.
Se quedaron con sus tierras y la riqueza del suelo.
Olvidaron aquello de No robar, No mentir, No matar.
Y los siglos pasaron.
Y el hombre sigue creyendo en otros hombres que les
dicen con qué intenciones vienen a invadirlos o a gobernarlos.