Ante
el éxito de la primera entrega, compartimos nuevos tips que te pueden inspirar
a pedir ayuda. Nuevas señales a tener en cuenta.
Vas
a visitar a un paciente internado en terapia intensiva, entrás a la habitación
con flores, te hacés un selfie con el paciente dormido, las flores y vos y lo
publicás en Facebook.
Entrás
a una galería de cuadros comiendo un helado y sin dejar ni el cucurucho ni la
cuchara, le señalás con el pie a la persona que te atiende cuáles son los cuadros
que te interesan.
Discutís
en voz alta con el GPS de tu auto.
En
ciertas discusiones pensás en un hacha.
Vas
por Av del Libertador en bicicleta, sin manos, con auriculares puestos y
leyendo el Ipod.
Vas
a misa en la mañana del domingo donde lees el evangelio, cantás los salmos, y
por la tarde vas a la cancha donde te convertís en Garlopa Sánchez y su cadena
humeante.
Cuando
hablás de tu furia la definís como “Tu relato salvaje”.
“Es
un secreto, no se lo digas a nadie” le confesás a 137 personas en menos de 48
horas.
Confundís
el picado de fútbol entre amigos con la final de la Champions League y en cada
patada que pegás se te sale el botín.
Escuchás
la voz de Alá dándote una lista de infieles y la dirección de una armería.
Crees
que las publicaciones de Facebook están dirigidas a vos de manera exclusiva.
Compras
el horóscopo del año para seguir al pie de la letra las elecciones del destino
ya marcado aunque en el libro no diga que volverás a comprarlo el año que
viene.
Compras
un libro para ganar un millón de dólares sin reparar en la edición de
ejemplares con las que hizo el autor el millón, fortuna a la que vos contribuiste.
Te
sacás fotos sobre tu tabla de windsurf sintiéndote el Almirante Nelson.
Cuando
andás por la calle, rodeado de gente, hacés públicas viejas rencillas de la
niñez con tu amiguito imaginario.