Existe
copiosa literatura sobre hombres, víctimas de alguna maldición o conjuro o
cierta anomalía genética, que se convierten en lobos o en perros bajo
determinadas circunstancias. No hay en cambio, nada que cuente el camino
inverso, o sea perros o lobos que hayan mutado a seres humanos. Es probable que
estos animales, en su inmensa sabiduría, hayan elegido quedarse del lado menos
cruel y violento de la naturaleza.
En la
foto hay dos perros: el de la izquierda es Moreno y el de la derecha Timón.
Ambos llegaron a casa de mi madre, donde siempre hubo perros y gatos, desde un mismo lugar: un
refugio para cachorros abandonados. Los diferencian las condiciones de arribo.
Moreno llegó en óptimo estado de salud y Timón derrumbado por los malos tratos
y golpes que recibió antes de ser abandonado. Llegó alzado en brazos y no hubo
manera de que se incorporarse ni para comer ni para beber agua. Moreno se ocupó
de oficiar de enfermero. Estuvo pegado a él para animarlo, motivarlo a
incorporarse, sacando de su galera todo su repertorio: ladridos, empujones con
el hocico, pelotas de tenis colocadas en su cercanía. Tres días de intenso e
ininterrumpido trabajo dieron sus frutos. Timón aprendió que hay otra vida
posible y se animó a vivirla.
Unos
pocos meses después alguien que no entra en la categoría de humano arrojó en el
jardín a una gata de pocos días en muy
mal estado. La encontró Moreno y se encargó de ubicarla bajo su protector
amparo. Lamía sus heridas, dormía con ella dándole calor. Al poco tiempo la
gata daba muestras de conducta propias de un perro y andaba por el jardín debajo de las patas de su
protector. La suerte no la acompañó. El perro de un vecino la destrozó cuando
caminaba por la medianera.
Hace
pocos días vino de visita una amiga de
mi sobrina con su beba de meses, Valentina. Cuando la beba comenzó a gatear,
Moreno se arrojó al suelo y arrastrándose acompañaba su desplazamiento a su
misma altura. Le limpiaba los mocos con su lengua, movía la cola lleno de
felicidad cuando la beba respondía a sus estímulos..
Cuando
observamos que Moreno aprende solo a abrir todas las puertas de la casa con
diferentes pasadores y sistemas, consideramos la posibilidad que su
inteligencia responda a otros factores.
Es
probable que en otra vida haya sido científico, algún filósofo, que supo darse
cuenta a tiempo cuál iba a ser su rol en el mundo.