No hay mucho para agregar sobre
el trabajo que realizan los grandes medios con el manejo de la información y el
intento de orientar su mensaje para transformar la opinión pública, siempre
ágil para socializarla.
Una cosa que se viene repitiendo
es extraer frases sueltas del contexto general. El trabajo es brillante. Por
ejemplo, estoy hablando con mi vecino en la calle y le cuento: “Entonces fuimos a
encarar a ese sujeto que decía no me junto con judíos de mierda”.
Los medios ponen: Molo ha dicho no me junto con judíos
de mierda. Cuando salgo a desmentirlo ya es tarde. Ya comenzó a
circular. Ya está en las redes sociales. Volver para atrás el carretel, resulta
imposible.
Hace unos años me sucedió en una
empresa donde cumplía las funciones de jefe de ventas, tenía cada vez mayores
chispazos con un empleado. Lo veo pasar por la oficina y lo invito a sentarse.
Le digo: “Tenemos que encontrarle una solución a esto porque se está transformando en un problema de piel”. El hombre, un morocho, me miró y me
dijo: “No sabía que teníamos un jefe racista”. Y salió disparado a hablar con
los dueños para denunciar el atropello del que había sido víctima. Los socios
de la empresa entendieron que era un error de interpretación, pero si hubiese
existido el Facebook en aquellos tiempos, yo me
hubiese enterado tarde, cuando circulaba el malentendido, lo que acababa
de ocurrir.
Hace unos días y explayándose sobre
estudios estadísticos sobre diabetes nuestra presidente emitió una frase
que luego fue instalada con todo tipo de comentarios en las redes tomando en
letra de molde “La diabetes es una enfermedad de gente de alto poder
adquisitivo” con su imagen. Y allí, sin que nadie haya escuchado el discurso de
manera completa y donde estaba insertada esa frase, comenzaron a divulgarla,
resaltando la ignorancia de nuestra mandataria. Incluso pusieron una foto de un
muchacho diabético que le responde y miles de comentarios abajo: “Cómo le
contestó este muchacho!!!”. Aclararlo después es una tarea titánica y no vuelve
a las redes.
¿Porqué sucede esto? Porque en la
era de la información como reguero de pólvora, del Twitter y sus 140
caracteres, de las frases armadas que nadie piensa pero comparte, de las frases
inspiradoras y las tiernas fotos sobre animales, se divulga una información que
no fue chequeada. Hay toda una generación que ha dejado de lado el correo
electrónico para comunicarse vía redes, que no se toma el tiempo para leer y
comprender un texto de más de diez renglones, que como capas de cemento una
tras otra, le van instalando en la mente nueva
información tapando todo el pasado reciente y no tan reciente. Muchos no
tienen idea de quién fue Videla, porque no lo consideran contemporáneo aunque
el daño que ha producido con sus crímenes alcance a generaciones, pocos saben
cuáles son las referencias de un libro como Venas abiertas de América Latina y su
influencia en la juventud de todo un continente, pero si tienen en claro que
haciendo un saque a Nadal se le escapò un pedo con el esfuerzo que hizo y ya
está en Youtube.
Pocos leen libros o editoriales
de diarios. Así como se inventó la
comida rápida y quedó instalada como cultura, está la información rápida
con sus daños irreversibles, aún peores que los índices de colesterol que produce
la ingesta de fast food. Muchos comparten una imagen divulgada en los medios
sin medir los alcances sobre a cuantos llega esa información y quienes pueden
comentarla. Es muy probable que si vieran a
los adherentes desistirían de inmediato, pero es más sencillo colocar “Me gusta” con un click o avisar “Me lo llevo” en un comentario que fundamentar
el apoyo a esa opinión.
Los dejo porque me acaba de
entrar un mensaje. ¿A qué no saben por cuanto firmó Pep Guardiola su contrato con el Bayern Munich?