Cuarto oscuro

El sitio al menos ha tenido una definiciòn perfecta: cuarto oscuro, aunque el tipo de iluminaciòn oscura nos espera al salir de èl.

Durante años, los elegidos han logrado perfeccionar sus mètodos para que los electores vuelvan a cometer el mismo error de creer que la soluciòn llegarà luego de introducir un sobre cerrado que contiene una boleta en una urna. Pongo el voto y se arregla todo.
Invariablemente en estos acontecimientos cìvicos hay mucho ruido.
Voces estridentes hacen promesas, voces desaforadas anticipan el fin de los tiempos, la llegada fatal de los Siete Jinetes del Apocalipsis, puños en alto reclaman, dedos acusadores señalan errores, vaticinan seguros conflictos, remarcan incumplimiento de planes, mentiras.
Se habla tambièn de campañas sucias. Esto hace suponer que existen las limpias a las que nunca tuvimos el gusto de conocer.
Desde tiempos inmemoriales todas las campañas han sido sucias.
Porque como dice mi amigo Hugo Capuya si hubiese una idea salvadora y revolucionaria ya se hubiese implementado, al menos que alguien se la guarde para cuando triunfe en las elecciones y no tenga la amabilidad de decìrnosla hasta entonces a quienes con ansias la esperamos con los brazos abiertos.
Porque si veo que a quienes les pagamos un sueldo carìsimo para lo que producen a diario no van a trabajar como diputados, porque estàn haciendo campaña, cerrando alianzas, activando pactos a escondidas, cambiando nombres y apellidos de listas, tramando futuros negociados, especulando con el nùmero de bancas, siguiendo con miserable atenciòn las encuestas, calculando mentalmente cuànto han de robar en el pròximo perìodo, creando chicanas, respondiendo con sarcasmo slogans partidarios opositores, organizando pegatinas, gestinando el accionar de punteros polìticos (sus dealers). Fijaos cuànta energìa derrochada en lo que hoy consideran prioritario, màs allà de los hospitales colapsados, de la educaciòn, del desempleo, de la planificaciòn a futuro.
Estamos en el horno.
Estamos en el horno pero sin papas. Porque se han tomado el cuidado de quitarlas para que no nos las comièramos durante la cocciòn.
Comparado con nuestros polìticos, Judas Iscariote era un buen muchacho.
No hay lìderes naturales porque la primer cualidad de un lìder es la honestidad y èsta es una palabra que ha caìdo en desuso.
No es una realidad exclusivamente argentina. Responde a un orden mundial. Los malos ejemplos son de aplicaciòn inmediata, urgente, incuestionable. Las recetas que dan buenos resultado para los mismos de siempre se perfeccionan en otros lugares del planeta. Miren Italia sino.
Dice mi amigo Miguel que la receta es una sola.
Algunos circos que recorren el Mundo tienen en la arena un elefante con una pata atada a una delgada cuerda. El elefante se la quitarìa estornudando nada màs.
Sucede que al elefante desde pequeño se le fijò a una de sus patas una argolla de acero unida a una cadena bien gruesa y esa cadena amarrada a un àrbol. El elefante tirò y tirò, quiso zafarse hasta que su voluntad fue quebrada.
Ya adulto, cuando siente que ajustan algo a una de sus patas, entiende que està amarrado, que no puede salirse de los lìmites y tampoco lo intenta.
A alguien se le ocurriò que los elefantes, animales muy inteligentes, se parecen a los seres humanos.
Y cuerdas que nos sujeten en el Mundo sobran.
No hay que desesperanzarse. La Historia tiene paciencia y tiene sus ciclos. Cada tanto aparece uno al que no pueden domesticarle los sueños y empieza a encender conciencias que no hay cadenas que las sujeten.