Acovacharse

 


Acovacharse es un término que utilizábamos en la jerga militar los conscriptos que cumplíamos con el año se servicio obligatorio. Acción y efecto de resguardarse ante un ambiente incómodo o peligroso. Lo utilizábamos entre nosotros para ponernos a salvo de movimientos vivos o tareas humillantes.

Una tarde una sección de 36 soldados quedamos a cargo de un Sargento primero después del almuerzo. El Sargento primero nos reunió adelantando de que nos iba a dar tareas. Dividió la sección en cuatro grupos y comenzó impartiendo órdenes al primer pelotón para que cortara el pasto cercano a la compañía, al segundo lo envió a limpiar los baños de tropa, al tercero a la cuadra. Quedábamos los del último pelotón y el sargento no sabía qué tarea asignarnos.

-Y a ustedes, dónde los mando?-se preguntó a sí mismo en voz baja.

Me paré firme y como si jurara por la Patria grité:

-¡A acovacharnos, mi Sargento primero!

Se hizo un silencio profundo y nos miró.

-A acovacharse, carrera mar! -ordenó. Mientras salíamos disparados en distintas direcciones nos alertó que al soldado que encontrara acovachado lo unía a alguno de los grupos que ya estaban trabajando.

Mientras todos desempeñaban distintos trabajos en la compañía el último pelotón se escondía de la vigilante mirada del sargento.

Frases memorables

 Amigos, colegas notables y conocidos me dijeron frases memorables.

Tengo el honor de haberme cruzado en la vida con tipos como Mario Rulloni. Mario es, entre otras disciplinas, realizador cinematográfico y docente. Tiene en su haber la producción de Caloi en su tinta y el corto “Viaje a Marte”, el más premiado hasta la fecha con 324 galardones.

Fue quien tomó las fotos para mi libro “Disparates de la historia argentina”

Fuimos a Plaza Serrano y tomó unas cuantas. No conforme con las que registraba me pidió que hablara y gesticulara normalmente para obtener la imagen que me representara.

El día en que las vimos impresas fue colocándolas frente a mí mientras me decía:

“Ésta es ideal para un portarretrato en la mesa de luz de tu madre”, “Ésta es para la tapa del disco: Molo, canciones románticas”, “Ésta está muy bien para un sumario y ésta para el salón del instituto parroquial”. Para el libro es ésta. Y esa fue la que elegimos para la tapa.

Fueron fotos analógicas, año 1997. Cuando las retiró reveladas dejó en el sobre de la casa de fotos la siguiente frase de reclamo: “Todo tiene puntos blancos y el negativo está rayado. El cliente quiere una respuesta coherente”



Trabajé con Carlos Guarnerio, humorista, libretista y autor del sketch de “Costa Pobre” que hacía Alberto Olmedo. Compartimos amistad, escenarios y obras con autoría compartida.Tuvimos una discusión por un tema muy personal y fui a visitarlo a su casa. Toqué timbre y no me atendió. Le envié una carta.

Un tiempo después dijo: “Antes de que Molo te envíe una carta es mejor que te invadan los Marines”.

 

En 1987 trabajaba en una empresa textil. En la administración de esa empresa trabajaba Alberto Caudo. Mientras todos fantaseaban con distintas venganzas que cometerían con sus infumables jefes si ganaran el PRODE (en ese entonces era el juego con el que podías convertirte en millonario) Alberto decía: “Yo voy a Plaza Italia con 10,000 verdes, se los doy a al conductor de un mateo (carruaje con tracción a sangre que creo que está prohibida hoy) para que se corte el pelo al estilo Mario Barakus, se vista con un smoking y me lleve hasta las fábrica en San Justo. Estacione, baje del mateo y diga en la entrada: “El Niño Alberto no trabaja más aquí”

 

En una reunión entre el equipo de ventas y los dueños de una distribuidora, los vendedores reclamaban un ajuste en los viáticos. Uno de los dueños dijo “El viático es un par de zapatitos que le dimos para que empiecen a caminar la calle”. Alberto Valverde respondió: “Está muy bien pero crecí y los zapatitos me quedan chicos y me aprietan el pie”