Fugaz

Vos te fuiste, yo me quedé

perdido y angustiado como un niño en la penumbra,

ausente, exiliado.

Recordé el primer encuentro

cinco pisos en ascensor duró el viaje hasta tu cuarto.

Los naipes barajados

que no saben de noches ni de horarios

fijaron un destino de buena suerte fugaz

como el de las estrellas,

las chispas de las leñas,

la voraz lengua de fuego en el cañón de una pistola.

No era permitido hablar de muerte,

de ríos de lágrimas ni de tragedias.

La vida breve transcurría

al ritmo de un carromato de circo en plena gira.

Toda la cama era una isla

y alrededor de ella un mar de nada.

Por eso nos costaba tanto incorporarnos,

ponernos de pie y zambullirnos al abismo

de los días numerados y las direcciones falsas,

el giro interminable de las agujas del reloj,

los días de tormenta invernal en Buenos Aires

y ese agujero negro en medio del pecho.

Ya vuelvo me dijiste, yo esperé

con la inútil esperanza de los reos,

con el sueño inconcluso

y la neblina espesa.

Te escribo, prometí y no lo hice

como no lo hago ahora.

Dicen cinco millones. Fuimos más

 


Dicen que fuimos cinco millones, que es la convocatoria popular más grande del mundo a la fecha.

Algo pasó para que esto sucediera.

Lo que ha generado en la gente este equipo no es casual, es un concentrado de ingredientes.

¿Cómo retribuirle a este equipo los abrazos y las lágrimas que generaron junto a nuestros seres queridos?

¿Cómo agradecerles tanta euforia, tanto pecho inflado de orgullo?

No fuimos solo argentinos los que festejamos este título.

En diferentes lugares del Mundo se festejó uno de los pocos actos de justicia que suceden cada tanto.

Porque hubiese sido injusto que este equipo no levantara la copa por un capricho del azar que también en el fútbol juega y cómo.

Hubiese sido injusto por Messi y por todo lo que hicieron sus compañeros para que su Capitán obtuviese el único trofeo que hasta hace unos días le había sido esquivo.

Messi en estos años de frustraciones con la camiseta de la selección, además de los golpes arteros de sus rivales, soportó los de un puñado de mediocres que siempre quedan encandilados con los que brillan tanto y no pueden asimilar tanta luz.

Este equipo concentró los anhelos de quienes a diario cargan sobre sus espaldas un sinnúmero de desdichas. Este equipo superó a adversarios y a villanos.

Es la tercera vez que veo a Argentina levantar la copa, la más pesada y gloriosa de todas, repleta de suspenso, de tensión y de llanto.

Gracias a todos los que lo hicieron posible. Para ellos estas líneas.