Día del humorista


Contaba los chistes que escuchaba de mi viejo en el secundario. No era el típico cómico de la división, pero me gustaba hacer reír a mis compañeros de clase.

A los 16 tuve la gran revelación. Con un grupo de amigos fuimos a ver una película prohibida. Eran tiiempos de la dictadura y además de ser un pecado para el colegio religioso al que asistíamos, estábamos violando la ley. Era un cine de barrio que proyectaba matiné. La película que nos motivó a  delinquir pasó al olvido. La otra, la de relleno, era Lenny, de Bob Fosse. Lo vi a Dustin Hoffman representando a Lenny Bruce y dije: Esto quiero hacer.

Ese punto trascendental fue tema terapia varias veces. Y hasta los astros se confabularon para que  mi primer analista fuera  el que escribió la versión de Lenny para Argentina.

Disfruto lo que hago. Cuando el remate es bueno, me río, como espero que se ría quien lo lee o escucha.

Hacer reír es algo mágico. Hacer reír es un arte, una exquisitez.

Con un grupo de locos como yo quisimos que esta profesión tuviese un día como tantas otras tienen el suyo cuando no son tan gratificantes como la nuestra.

No se si llegábamos a 12, como los apóstoles, pero seguimos al pie de la letra todo lo que significaba redactar un proyecto, presentarlo, que se promulgue.

El día es el 26 de noviembre, homenaje al natalicio de un referente: Roberto Fontanarrosa.

Levanto mi copa por aquellos que hacen que la vida tenga los colores que no siempre vemos

No será la última


MOLONOGOS
Posted by Dario Larren on domingo, 22 de noviembre de 2015

Carta a Mauricio

Mauricio:
Ya que me dejás mensajes en el contestador telefónico y me enviás correos que gracias a Microsoft entran en la bandeja de No Deseado, me permito escribirte en el mismo tono claro y pausado con el que vos te dirigís a mí.

No cuentes con mi voto ni con mi alegría ni con mis globos de colores. Algunos tipos como yo, por suerte no somos pocos, tenemos memoria. Vos y yo tenemos orígenes diferentes. Vos naciste en una familia que se ha hecho millonaria beneficiada por el Estado en gobiernos de facto. Mi viejo era un taxista. Tu familia hace negocios con lo que sea, sin límites ni medida. De haber existido los Macri en tiempos de Poncio Pilatos, le hubiesen vendido los clavos a los romanos.

Tu padre, Mauricio, se ha enriquecido con contratos firmados con el Estado. Se han llenado los bolsillos con privatizaciones como la del Correo Argentino, te acordás?, nuestro servicio postal que pintaste con esos colores tan desagradables. La privatización del servicio postal obligaba el pago de un canon semestral de 51,6 millones de pesos al Estado. Sin embargo, al poco tiempo el grupo liderado por Franco Macri dejó de pagar sus compromisos, tomó deuda para inversiones que luego fue usada para "retiros voluntarios" y echó a 10.900 trabajadores.

Tu familia, Mauricio, vendía autopartes a su filial de Uruguay, que luego reimportaban desde allí a nombre de terceros para obtener reintegros y exenciones impositivas. Una estafa de varios miles de millones de dólares.

No quiero abrumarte con un ejercicio de memoria ahora, que querés un estado transparente, de reglas claras, cuando antes ya nos demostraste cuáles son las reglas que más te gustan. Mauricio: tus asesores contables te han enseñado que los sueldos son costos y vos decís que para competir hay que bajarlos. Vos predicás, sin la montaña, claro, que el mercado dicta las leyes. Debe ser por eso que te dormías en las sesiones del congreso o no ibas, pues no crees en las leyes que dictan los hombres. De hecho vetaste todas las importantes.

Has dicho muchas barbaridades peores que la de un puerto en Santiago del Estero. Has dicho que Domingo Cavallo era un valiente. Se dice delincuente, Mauricio. Valiente es una virtud. Cavallo no sabe de virtudes, sabe de negocios. Cavallo hizo pública una deuda que era privada. Cavallo, Melconian, toda esa banda que saqueó los bancos y demuestra que no hay justicia. Porque el gordo Valor, que los asaltaba a mano armada, está preso. Ellos y vos no.
Haceme un favor. No me llames mas. No me mandes correos. Te pido disculpas a vos y a tus seguidores, los que reparten panfletos con tu cara, que cuando se acercan me persigno tres veces y lamento no portar un frasco con agua bendita.

Yo no quiero tu cambio. Podés quedártelo, como todas las deudas con el fisco que nunca abonaste. Se que en España está Podemos y vos diligente con tus asesores, metiste Cambiemos. Se nota a la legua que el Cambio que te inspira es el del dólar, para seguir jugando a tu juego predilecto de la infancia: El Monopoly.