El valor de las cosas

 


En un Mundo cada vez más cuantificado es imposible definir el valor de una llamada oportuna, una carta emocionante o una lágrima derramada con justa razón. En el afán de medir o asignarle un número a todo miramos las estrellas y calculamos la distancia que nos separa de ellas.

Contamos los goles convertidos por las estrellas, el monto de sus contratos, sus ventas. El valor le ha quitado su lugar al efecto que miles de objetos y gestos producen en nuestra humanidad.

Algunas personas hablan de sus mascotas resaltando lo que gastan en ellas. Y los poetas que se inspiraron en la Luna leen en los periódicos el enorme presupuesto que destina la NASA en conquistarla.

La desilusión y la expectativa carecen de registros contables.

Tomamos fotografías para congelar momentos con la secreta ilusión de perpetuarlos. Aquello que duró un segundo ya sucedió. Las décadas lo empequeñecerán y la imagen inmortalizada nos llevará al lugar y al momento una vez más para dejarnos huérfanos. Buscamos inventariar y rentabilizar los instantes de felicidad extrema.

El contador dice que utilicé: 203 palabras, 1036 caracteres, 7 párrafos, 23 líneas y que esos valores no indican nada ni están contemplados en ninguna estadística.

Entradas y salidas

 


Espió a adversarios y a propios bajo el lema Leninista “La confianza es buena pero el control es mejor” y dice que tiene archivos y videos comprometedores para torcer más de una voluntad un poco disloca.

Creó su propia agencia de inteligencia delegando en otro el manejo por consejo de sus asesores que más que nadie saben qué le falta y qué le sobra. Sabían sus asesores que intervenir teléfonos era una debilidad en la que cayó muchas veces durante su administración y en las escuchas preguntaba: “¿No es Fino?”

De la cantera de espías egresaron comunicadores con nombres en clave como el de Pirincho para alejarse de los clásicos 007 e imprimirle un toque autóctono como los simpáticos animalitos de los billetes.

Durante su gestión se disparó la venta de micrófonos resaltando el slogan partidario “Los escucho”

El libro de entradas y salidas de la Quinta presidencial fue reemplazado por tarjetas magnéticas porque la mayor parte de los jueces que iban a jugar al fútbol, al paddle o a las carreras de embolsados tenían dos apellidos y era una fortuna el presupuesto en libros.

Le quitó el impuesto al champagne para que todos tuviésemos la misma oportunidad de brindar para festejar sus logros.

Aprendió a armar equipos de trabajo cuyos integrantes coincidían con los de fútbol, paddle y carreras de embolsados.

Sentó a un perro en el sillón de Rivadavia con el objetivo de hacer público que no había favoritismo con las especies.

No hay pruebas de su paso por la universidad pero dedicó mucho tiempo a formarse mirando Netflix.

El stress y las actividades deportivas que lo fatigaban lo obligaron a tomarse descansos cada tanto para protegernos a todos con una advertencia “Si me pongo loco puedo hacer mucho daño”

Se rodeó de quienes consideraba impepinables, término que nació de su impronta en un reportaje. Su círculo de confianza es pequeño como un submarino pero profundo como el mar y respetando el medio se tomaron el buque en busca de otras oportunidades cuando terminó su gestión. No escriben ni llaman.

Cuando era joven admiraba mucho a Freddie Mercury e hizo lo imposible por parecerse a él, solo que pudo imitarlo cuando el cantante murió. Casi se va antes cuando en una fiesta se tragó el bigote postizo cantando un tema de Queen. Dios castiga pero a veces advierte.

Su madre le pegaba por mentiroso pero aquellos golpes mal asestados solo agravaron su enfermedad.

Tiene una inclinación hacia la danza y procura diariamente crear nuevos pasos que él mismo bautiza como coreógrafo.

Su paso por el Cardenal Newman le dejó secuelas en el habla por hacerse el cheto como sus compañeros disimulando ser el hijo de un constructor. Sufrió bullying de sus padres y hermanos. Concurrió a las empresas de su padre que diariamente le repetía antes de salir “No toque nada, por favor”

Así como estuvo pendiente de la actividad amorosa del pueblo invitándonos a todos a enamorarnos de una francesa, también se preocupó por el buen descanso y luego de unas elecciones desfavorables nos mandó a dormir. Es el famoso liderazgo paternalista.

Convenció a enemigos mortales de antaño para que integren sus filas recurriendo a su particular encanto y a unos recursos desperdigados por el mundo en lugares como Caimán y Panamá.

Su gestión en Boca le sirvió para estar en boca de todos, especialmente los días de la madre en que la gente le cantaba a la suya recordándola.

Sus primos estuvieron siempre en las finanzas y en la construcción pero luego de su gestión se dedicaron a muebles y guillotinas.

Duelo al sol

En tiempos en que Lula estaba preso en Curitiba yo hice una canción que sintetizaba lo que había hecho en Brasil.

La canción llegó a la Vigilia Lula libre porque en una de las visitas Jacqueline Alcántara me pidió que la tocara.

La canté cada vez que estuve allí. Uno de los eventos más importantes fue un encuentro frente a la prisión federal donde se reunieron diez mil seguidores. En ese encuentro también la cantamos.

Había llevado mi cámara y vi que desde la prisión la policía tomaba fotos de quienes estábamos ahí reunidos.


El fotógrafo de la policía estaba ubicado cerca de los portones de la prisión y yo en el campamento. No era el único. Otras personas tomaban fotos con él.

Como en las viejas películas de cowboys, en un momento nos encontramos en un duelo al sol.