Pordiosero


     
     En tiempos en que los guardias de las ciudades amuralladas impedían el ingreso de los mendigos para evitar el posible contagio de alguna peste incubada en otras comarcas, llamó la atención de los vigilantes apostados en la entrada uno en particular a quien rodeaba una manada de perros mejor alimentados que él, sumisos y obedientes a cada uno de sus imperceptibles gestos.

     Eran siete los pordioseros sentados a la espera de un alma caritativa que les entregara una moneda o un mendrugo. Sus barbas, el polvo de los caminos, la vida a la intemperie les conferían la apariencia de pertenecer a la misma familia pero el que tenía a los perros sentados a su alrededor ostentaba los ademanes y la delicadeza de los nobles.

     El guardia al mando del pelotón observó que con un gesto amable el menesteroso rechazaba la limosna que le ofrecía un gentil. Entonces decidió acercarse e interrogar al forastero.
-¿Cuál es tu nombre pordiosero? -preguntó el guardia de forarrogante.
- Francisco -respondió sonriendo el interrogado.
-¿Y de dónde eres?
- De Asís. 

El eterno Vía crucis


Desde hace dos mil años la tragedia del Vía crucis no solo se repite sistemáticamente sino que además se perfecciona en sus métodos de opresión y sufrimiento. Los romanos en aquellos tiempos no contaban con la electricidad, el napalm, los drones y otros adelantos tecnológicos.

Se han propagado y multiplicado los traidores y los Poncio Pilato. Cristo es una imagen rebelde romántica que no eligen los fabricantes de sandalias pese a que él fue uno de los primeros en usarlas.

Los mercaderes del templo siguen festejando sus victorias y los santos inocentes mueren todos los días sin una fecha conmemorativa.

Los evangelios se comparten en cada casa a la hora de la cena con la familia reunida. No nos arrodillamos pero decimos Amén con cada oración sagrada.

Hoy como ayer el miedo prevalece a la voluntad de rebelión.

Nos han dividido pero con la voluntad de recaudar más que de reinar.

Llegará el día en que intenten convencernos que una corona de espinas es el elemento adecuado para mantener una cabellera prolija.