Año en blanco

Otro año.
Otra hoja en blanco para ser completada con algunos aciertos y muchos yerros, con omisión de tildes y signos de puntuación, esos que, como decía Cortázar sobre las comas, son puertas giratorias que nos llevan a un camino y a un destino diferente al prefijado.
Gracias a los que siguen estas líneas. Gracias de corazón.
Un año que invita a borradores, nuevos textos, correcciones, plasmar ideas viejas y nuevas, pelear contra los que ponen las cosas de este mundo al revés, aunque la batalla esté perdida de antemano.
Cuando termina el año, repaso la cantidad de artículos, cuentos, notas y compruebo si la cifra al menos alcanza a la del año anterior, esa estúpida e insana cultura de la producción que no siempre, casi nunca, se hermana con la calidad.
Si repaso un poco, si cometo la osadía de echar una ojeada por el espejo retrovisor, puedo estar conforme con esta ensalada extrañamente condimentada.
El correo electrónico me quitó la costumbre de las cartas de puño y letra. Y aunque sepa que estos textos no llegan a ustedes de la mano de un cartero, tengo la fantasía que al relato lo acompaña parte de lo que siento al escribirlo.
Tomemos nuestras plumas, empecemos con los primeros garabatos.