Daniel 4 de
noviembre de 2017
El
alma siempre ardiente
con
destino de Cielo,
hamacaste
los tiempos del silencio
en
mayúsculas canciones
de
notas chuecas y sublimes.
Marchaste
con la gente
desalambrando
anhelos,
miedos,
rebeldìas,
con
esa voz tan clara,
tan
nuestra, tan humana.
Se
fue una parte nuestra
anidada
en fogones,
ruedas
de mate,
encuentros,
esperanzas.
Y
el compadre Juan Miguel
y
las infamias sin nombre,
aquellas
que cantaste
son
parte de tu eco.