Una de Gangsters

Conocí a Johnny Lamuevo en un oscuro bar de Nueva York hace 20 años. “Caracortada” Lamuevo era célebre en el Bronx y planeaba entonces el atraco de su vida. Sentados frente a frente pude ver las profundas y misteriosas cicatrices de su rostro. Algunos dijeron que era el plano de un robo, otros que era el mapa de Europa. Nadie se animó nunca a preguntárselo. Me ponía muy nervioso el impresionante temblor que tenía en las manos, producto del medio litro de vodka con que acompañaba las medialunas en el desayuno. Pese a este problema físico, Johnny se afeitaba a navaja todas las mañanas.Hijo de padres adoptivos, se crió en la rudeza de uno de los barrios más terribles del oeste de Nueva York. Debutó en la vida delictiva a los 16 años asaltando la carnicería de su tío Vicente junto con una pequeña pandilla de veintitrés jóvenes que simularon ser clientes. Algo sospechó su tío cuando vio entrar tanta gente con el precio que tenía la carne. Del botín repartido le correspondieron a Johnny 3 dólares y cuatro morcillas que gracias a su habilidad con las manos no tardaron en convertirse en una imitación perfecta de las pistolas 45. Les dio uso hasta que pudo reunir con los asaltos nocturnos dinero como para comprar verdaderas, cansado ya de la nube de moscas que le revoloteaban alrededor del brazo.Fue un autodidacta y un obsesivo de la perfección en planear sus golpes. Intentando demostrar a sus compañeros de armas cómo se disparaba sin sacar la pistola de la sobaquera perdió un testículo. “Algo aprendieron hoy”, dijo mientras lo introducían en un auto que lo condujo al hospital.Su escuela fue la calle y su único maestro Peter Mc Taylor, un viejo levantador de apuestas que le enseñó a Johnny los secretos del oficio además de pasarle datos claves en sus primeros pasos en el crimen. Fue Mc Taylor que lo contactó con el dentista del barrio, especializado en colocar dientes de oro. Con una señal telefónica Johnny y sus muchachos asaltaban a los desprevenidos pacientes a la salida del consultorio y con elementos tan simples como una soga y un par de pinzas se hacían de las piezas dentales que volvían a ingresar al consultorio previo pago del médico por el trabajo realizado. El dentista se hizo de una pequeña fortuna en poco tiempo ya que en la confusión de los atracos siempre se perdía algún diente sano.Luego del tercer asalto en el mes Johnny empezó a sentir simpatía por su tío, al que le convidaba rosquetas luego de vaciar su caja registradora.Por entonces Johnny birlaba maletas en la estación de trenes como actividad secundaria. Allí conoció a Linda Fourty que convenció a Lamuevo mirándolo fijo como sólo ella podía hacerlo a que devolviera el equipaje que había sustraído segundos antes a un par de parapléjicos. Lo convencieron dos cosas: los ojos de Linda y el cañón de la Magnum 44 que Linda portaba como policía. Luego sería Johnny quien convencería a Linda de que renunciara a la policía y se sumase a una banda cada vez más numerosa y eficiente. Recuerda la mujer que Johnny fue naturalmente persuasivo diciéndole: “Ahora podrás hacer lo mismo sin un marco legal pero sin jefes”La banda de Lamuevo comenzó a operar en los cuatros grupo en que se dividía la ciudad de Nueva York, provocando la irritación de los cuatro grandes jefes que no dudaron en asesinar al tío de Johnny en represalia por haber hecho trabajos para todos a la vez. Las primeras lágrimas que derramó Johnny en su vida fueron en el entierro de su tío Vicente. “No puedo olvidar esto. No puedo olvidar a quien tanto tuvo que ver con mis comienzos. Nadie me ayudó tanto como tío Vicente”, y se abrazó a Linda y a la pequeña ametralladora que Linda llevaba a todos lados.Su robo más notable fue el del New York Bank que ensayó durante un mes con la Compañía de Arte Dramático Broadway. La obra escrita y dirigida por Johnny fue puesta en el banco el 11 de diciembre de 1972, con éxito de crítica, público y policías. Con disfraces perfectos ingresaron al banco siete ciegos, cuatro monjas, cinco curas, seis médicos con sus barbijos colocados, tres amas de llaves, dos bibliotecarios, un agente de seguros, un piloto civil y tres diputados. Nada llamó la atención de la vigilancia salvo que tres diputados estuviesen despiertos a esa hora de la tarde.Uno de los actores simuló un desmayo y los seis médicos corrieron en su ayuda diciéndole a la gente que había que operarlo inmediatamente. Lo colocaron sobre un mostrador y pidieron a los guardias agua caliente, anestesia, un tubo de oxígeno, tiras adhesivas anchas, como para amordazar gente, y una llave inglesa. Mientras los guardias procuraban conseguir los elementos las amas de llaves intentaban abrir la caja fuerte, los ciegos vigilaban la calle, los bibliotecarios tomaban notas de las cuentas corrientes más abultadas y los médicos vaciaban todas las cajas que encontraba a su paso. Johnny y Linda apuntaban con sus armas. Johnny con Smith & Wesson y Linda con su bazooka. Todo iba sobre rieles hasta que Nick Lamuevo, el hijo mayor de Vicente, apagó su cigarrillo con el pie presionando el botón de la alarma que había en el suelo. Al escuchar las sirenas entraron en acción los curas y las monjas que obligaron a la gente a marchar como si fuese una procesión calle abajo. Y así fue como Linda, convertida en la Virgen María (autora intelectual de la fuga bajo la teoría de llamar la atención para pasar desapercibidos), los clientes del banco, los actores y la gente que se unía a ese desconocido movimiento religioso burlaban el accionar de trescientos efectivos de la policía neoyorquina que salieron en busca de un supuesto asalto a un bando en donde sólo encontraron a un grupo de confundidos guardias portando una olla con agua caliente, un tubo de oxígeno y una llave inglesa.El único herido en el atraco fue Nick Lamuevo, quien fue atropellado a la salida del banco por un repartidor de lavandería en bicicleta. Nick se opuso a la fuga en posesión por su condición de protestante anglicano pro Lutero, declarando en la asamblea realizada en el banco para determinar cómo escaparían, que prefería 10 años en una prisión del condado a ser dirigido por una virgen que representa el poder del Vaticano. Abucheado por el público y el personal del banco huyó a su manera y sufrió ese accidente. “El golpe casi falla por su estúpido vicio de fumar mientras trabaja y sus piernas quebradas nos enseñan lo que es la ira divina con gente como Nick que nunca se persigna antes de un robo ni usa ninguna medalla milagrosa”, señaló Johnny horas más tarde mientras contaba el dinero. La procesión fue aumentando su número, su número de fieles, y las diez cuadras de marcha superaba los 2000. Daily Express publicó una foto titulada: “La iglesia se prepara para combatir el mal en todas formas”, con la extrañísima imagen de una virgen llevando una bazooka colgada de los hombros y media docena de granadas de mano en la cintura. La banda, con Linda y Johnny a la cabeza, supo escabullirse sin que se dieran cuenta los manifestantes cuando éstos, colmados de emoción, entonaban las estrofas de “Gracias Juan Pablo”. Todos fueron detenidos por sospechosos de asalto a mano armada y hasta dos judíos espectadores fueron víctimas inocentes de la brutal represión policial. Todos festejaron ruidosamente al enterarse de que habían sido objeto de un engaño del archicriminal Johnny y Lamuevo. Hasta Arnold Butter, el fotógrafo del Daily Express estalló en carcajadas cuando meses más tarde un juez federal lo declaraba culpable y lo sentenciaba a cinco meses de prisión por apología del crimen. Todos se sintieron protagonistas. Con este robo se alzaron con 23 millones de dólares que fueron repartidos de acuerdo con el puntaje de actuación conforme al reglamento de la cooperativa creada por la Compañía de Arte Dramático Broadway. Para ellos fue la obra más taquillera que pudieron poner en escena en toda su vida. Para Linda y Johnny fue el primero de una serie exitosa, pese a los inconvenientes que ocasionaba Nick en cada participación. Luego vinieron los dos casinos de Las Vegas, el correo, las Líneas Navieras Houston, la farmacia Rex, el Rockefeller Center, el Shopping House, la Feria Municipal de Texas y una interminable lista de operativos tan geniales y creativos como perfectos. Johnny tenía talento.Algunos dicen desavenencias conyugales; otros, luchas por mayor poder, lo cierto es que Johnny tuvo un desperfecto en su ala delta cuando fue alcanzado por un proyectil disparado desde la tanqueta de Linda Fourty. Horas más tarde, Linda Fourty y Nick Lamuevo contraían matrimonio en un templo mormón.Ella es hoy una de las mujeres con mayor prestigio dentro de la sociedad norteamericana, aunque toda su riqueza haya sido posible gracias al talento inigualable de Johnny Lamuevo y esté a punto de quebrar financieramente por la estupidez inimitable de su esposo Nick, a quien Linda acaba de obsequiarle para sus cumpleaños un ala delta.