El fondo de los ojos

En el fondo de los ojos se quedan los detalles. Aquellos extraordinarios detalles que escapan a la superficial mirada del común de la gente.
Alguien me dijo: "Todavía no entiendo qué le vió mi viejo a esta mina".
Y me quedé pensando en cuáles serán los detalles tan secretos, que no siempre se establecen en el imaginario colectivo en los límites de la alcoba.
Hay en algunas personas una sintonía fina. Un diálogo de gestos y miradas que abarca los sobreentendidos, las frases entrelíneas, los acertijos.
"Mirame a los ojos" equivale a un juramento.
No es apoyar la mano sobre la Biblia, es mucho más que eso. Es ponerse a merced del destino.
"Necesito hablarlo frente a vos" tiene implícita la prueba de que lo que se expresa está reflejado en la mirada.
Cuando esa sintonía se establece pueden ausentarse las palabras y las frases de rutina.
En el fondo de los ojos cabe el Cielo y el Infierno, la condena y la salvación, la llave a la aventura y al tedio.
Los años y la vida transforman las miradas. Se gana en picardía, se pierde en inocencia, se aprenden a emitir los brillos que transforman al otro en socio o en cómplice.
No cuentan cataratas, astigmatismos, miopías.
En el fondo de los ojos permanece inalterable la escencia y el mensaje.