Conté la plata


Conté la plata. Estaba toda. Nunca faltó un peso pero la plata se hizo para contar, me enseñó mi viejo. Regué las plantas del balcón mientras sintonizaba la clásica a medio volumen para que escuchen los vecinos, así siguen creyendo que soy el vecino que todos quieren tener. Le puse un poco más de alpiste a los pájaros, limpié el piso de las jaulas y cambié el agua de los bebederos. Separé los billetes grandes y los coloqué entre las páginas de algunos libros. Anoté los títulos para que no me pasara lo de la aquella noche con Fiorini. El tano y yo abriendo los libros y yo que no le daba la espalda para no darle la oportunidad que me amasijara. El tano desconfiaba que lo quisiera sarpar y yo, en esa situación,  hubiese pensado lo mismo.
Separé un fajo para los regalos de Navidad. Hice la lista del almacén y cuando abrí la heladera para ver si tenía huevos para la dieta, vi que una parte del diario asomaba por debajo de la  puerta. Lo llevé hasta el balcón y me acomodé en la reposera. La tapa me dio la orientación. Página 17. Y ahí estaba. Empresario textil muere en accidente automovilístico. Si en tres días no aparece ningún testigo, algún cabo suelto, el Juez firma la carátula.

Lo veo medio triste al cardenal. Podría llevármelo conmigo al Tigre.