Persiguiendo al asesino




Pasé horas reuniendo las pistas no siempre seguras ni del todo claras. La historia, escabrosa y truculenta, estuvo a mi alcance durante noches sin que mi alma de detective diera con las pruebas necesarias para concluir en una certeza. Las historias nunca se detienen y alrededor de los protagonistas suceden encuentros, fatalidades, accidentes y golpes de suerte que nos distraen y alejan de lo verdaderamente importante.

Las siete muertes anteriores tenían dos denominadores en común: el asesino utilizó una daga de una forma particular; al extraerla del cuerpo apuñalado sacaba con ella también parte de las vísceras. La segunda característica era que las víctimas fueron mujeres rubias, jóvenes y bellas. Cada muerte requirió una preparación exhaustiva para no dejar rastros.

Llegué al callejón siguiendo los pasos propuestos en la noche anterior. Me rodeaba una niebla pegajosa y la iluminación de los faroles de  la  calle era débil. Sobre la pared de ladrillos a mi izquierda alcancé a ver una sombra que se deslizaba rauda intentando rodearme por la espalda. Giré para salir de la segura emboscada y escuché los pasos de una corrida. Quise mantener la mente fría pese al latido de mi corazón y el miedo que fraccionaba mis movimientos. Al doblar en la esquina tras sus pasos vi su figura entre las sombras y la daga que  brillaba bajo un haz de luz. Pude ver su rostro claramente cuando di vuelta la página.