Mi bestia adorable

 

Un 13 de agosto de 1977 la trajo mi tía Clara como regalo de cumpleaños para mi madre. Mi tía sabía que yo escribía y con este regalo atizaba las brasas de un fuego que no se apagaría.

Hice el curso de dactilógrafo en Academias Pitman y me recibí con 48 palabras por minuto.

Con ella comencé el camino.

La saco de la funda cada tanto y la trato con el mismo amor que le tuve a primera vista. No quiero que sienta que la tecnología digital la pasó a cuarteles de invierno. Viajó conmigo en su valija muchas veces. Cruzó el río a Uruguay para que terminara de escribir Disparates de la historia argentina en un veraneo familiar en Las Toscas.

Esta tarde comencé  con ella el borrador de un nuevo cuento como tantas veces en mi adolescencia.

Hace unos días mi hija me dijo esta frase hermosa: “Fue la banda sonora de mi infancia”. Casi lloro. Un homenaje.


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