El Santo

Fue un estudioso de la Biblia, recitaba de memoria salmos y párrafos completos del libro de Eclesiastés, analizaba y reafirmaba las encíclicas, idolatraba a los santos.

Cuando rezaba entraba en trance y algunos creyeron que era el más fiel intérprete de la voz de Dios.

Lloró desconsolado con la lectura de la Pasión de Cristo.

Los ratos libres, los pocos momentos del día en que disminuía su fervor religioso, los dedicaba a construir máquinas, muebles y objetos que ponía en consideración para su uso al Santo Oficio.