Ha
pensado en no arrastrar los ideales,
en
mantenerse vigoroso y mordaz,
ocurrente
y actualizado.
Ha
pensado con horror en no desvariar,
ni
volverse senil y huraño,
en
avergonzar a sus hijos con pensamientos impropios,
palabras
hirientes,
ideas
opuestas a las que siempre defendió.
Ha
pensado en un testamento, un anhelo personal
en
ser ejecutado de forma inmediata a la primera contradicción.
Ha
pensado en la pérdida del deseo,
el
abrazo sin estímulo
y
en los besos compasivos.
La
fuga hacia adelante se ha distorsionado,
ese
salto temerario hacia el imprevisto
alejándose
para siempre de la terrenal y amarga rutina,
agazapado
en la sorpresa permanente.
Ha
cambiado el ritmo y la dirección.
No
sueña con grandes amores ni pasiones inflamables.
Ha
pensado en este viaje observando el cauce,
en
quienes compartieron con él la travesía,
en
los que se han bajado durante el recorrido
y
en los que naufragaron a la deriva,
los
que se dejaron arrastrar por la corriente.
Ha
pensado hacia el futuro
en
ser embajada permanente para hijos, nietos y amigos
cuando
sufran exilios involuntarios o provocados,
y
que siempre sepan que contarán
con
un cobijo en la tormenta,
una
compañía atenta y solícita en la confusión y el caos
un
confesor que jamás juzgue
y
se convierta en un hombre que ha pensado.