Peso específico

 


Me mudé hace un año y en una caja quedaron las fotos. Algunas de ellas concentradas en pequeños álbumes y otras sueltas. Hace tiempo compré un álbum para ordenarlas cronológicamente y la tarea quedó pendiente. En los tiempos de andar una cámara, tomar fotos y luego imprimirlas perdemos de vista el peso que esa acumulación alcanzará algún día. Decenas de músculos al levantar la caja de fotos dan cuenta de esto.

Recuerdo que en la escuela las clases de matemática incluían el tema peso específico. El peso específico de esa caja es distinto al que manifiestan las articulaciones del cuerpo. Sobre todo si mezcladas las imágenes de personas que conocemos desde hace mucho tiempo están las de paisajes que alguna vez recorrimos y que por la forma de impactarnos quisimos congelar en la memoria para siempre.

Esas fotos nos llevan a cada uno de esos momentos y el viaje de ida y vuelta es agotador. Viajamos a cada momento y a veces a los días previos al instante en que fue tomada la foto. También se resienten otro tipo de articulaciones. Los viajes pueden completarse si escuchamos música mientras ordenamos y la playlist enlaza una imagen cualquiera y a Steve Wonder en La vida secreta de las plantas.

No estoy seguro si es verdad aquello de que para andar más liviano por el mundo es necesario hacer cada tanto una mudanza interna y soltar, como dicen los que alientan el saludable deber de soltar las cosas que nos amarran.

Este experimento me ha servido para comprobar que el peso específico de algunas cosas no es tan exacto ni tan real.