Ilustración Darío Parissi
Trajiste tu menú de encantos
y tu tabla periódica de los elementos,
mezclaste con infinita paciencia,
sabiendo de memoria la receta.
Parpadeaste, sonreíste,
abriste dos o tres interrogantes
y un misterio insondable.
Y como un conjuro susurraste
la mágica oración que tiene un nombre.
Dejé que me llevaras en silencio
al punto más extremo de tu Atlas,
al Valle de la luna y a otras fronteras,
a otra dimensión, a otras galaxias.
Pasó como pasan las tormentas,
los cambios de estaciones,
los vientos, las mareas
y al irte este desierto.