La Fiesta inolvidable sin Peter Sellers

 


Fue el 3 de marzo de 1984. Hoy se cumplen 40 años. Terminamos definiéndola como la Fiesta inolvidable y se recordó entre los concurrentes en más ocasiones que el penal de Montiel a Francia.

 

Yo fui disfrazado de sacerdote y no me despegué en toda la noche de una enorme Biblia que sustraje de la casa de mis padres.

 

Era la fiesta de cumpleaños de mi amigo Gustavo Seva. Hubo solo dos cámaras de fotos. 93 personas. Los disfraces fueron espectaculares y de una producción y exactitud impecable. Hormiguita viajera, angelito, Quasimodo, dentífrico Kolynos, comandante guerrillero, clown. Hubo dos personas que llegaron disfrazadas de regalo y no podían pasar por la estrechez de la escalera que conducía a la terraza. Salimos en distintos autos a la calle. Dimos una misa. Parado en la caja de una pickup bendecía a la gente que cruzábamos a nuestro paso.

 

Las anécdotas son muchas. Con el repaso de algunas escenas vuelven las carcajadas de la primera vez y algunas son rescatadas de manera permanente.

 

Sobre el final de la fiesta el sacerdote de la foto estaba en la puerta de entrada de la casa donde se celebró la fiesta besándose con una odalisca. Un hombre muy mayor en bicicleta nos vio y por no perder de vista la escena pegó la rueda contra el cordón y cayó desparramado a unos metros de nosotros. Tuvimos que ayudarlo a incorporarse.