Una cuestión de actitud

Anda circulando por Internet un tango a Fito Páez cuya letra es una sustitución de "Niño bien".
El tango resume la expresión callada de muchos sobre el derecho a opinar como intelectual de izquierda a un hombre acaudalado como el rosarino, que vive en plena Recoleta, quizás la zona más aristocrática de la ciudad de Buenos Aires.
Para tener ideas de izquierda tenés que ser pobre, bien pobre, obrero, cartonero, campesino, indigente, pobre hasta la médula.
Algunos de mis colegas del espectáculo adhieren a este concepto simplista: ¿cómo vas a ser comunista vos si vivís en San Isidro, che?
El enemigo universal de la derecha aún vivo no era precisamente pobre en aquella lejana Cuba.
Otro argumento descalificador para el músico es que toca en actos organizados por el Gobierno, recibe dinero, algo por demás aberrante. ¿Qué significa esto de cobrar por tu trabajo?. Y publican las cifras de seis dígitos que estarían recibiendo Fito Páez, León Gieco, Víctor Heredia y otros por sus actuaciones.
Fito no ejerce ningún cargo, no es funcionario y tiene los mismos derechos que cualquiera a decir lo que piensa o siente, con un plus importante a su favor: firma de puño y letra al pie de lo que expresa, pone Fito Páez en una carta enviada a un diario, mientras que el que hace circular el tango por la web dedicado a él y a su asco coloca Chichito Chichone o algo parecido.
Hay que poner el pecho y decir lo que se piensa sabiendo que estás perfectamente identificado y que gracias a la prensa se sabe también donde vivís. Y eso también es una actitud de izquierda comprometida, algo inadmisible en Recoleta, donde Fito no será bienvenido.