Somos pocos vecinos los que nos saludamos, los que nos
tratamos con respeto, como siempre nos pide mamá.
En algunas manzanas de mi barrio las familias no se
hablan con otras y cuando se hablan discuten y pelean por cosas que tienen
solución y que se pueden conversar como dice mi maestra.
Yo vi algunas peleas pero
nunca me metí. Porque es cosa de grandes donde los niños no deben meterse
aunque haya que estar unidos como dice el Padre Manuel.
Cuando aparecieron los Fuentes, la gente los miraba
como raros, porque son una familia que
no hace las cosas como el resto. En esa casa viven abuelos, tíos, hijos y
nietos.
Ellos son vecinos de los Peterson. Resulta que durante
años los Peterson arrancaban las manzanas del árbol de los Fuentes porque
decían que el árbol era de ellos, porque lo habían plantado antes que los
Fuentes llegaran y se pusieran a fabricar su casa.
Una vez entraron por el jardín de atrás pero todos los
Fuentes los sacaron corriendo.
Se pelearon muchas veces, hasta que los Peterson
trajeron personas de seguridad y perros guardianes.
Como la pelea empeoraba y los Peterson se quejaban
todo tiempo con los vecinos de lo que hacían los Fuentes en su casa, decidieron
no dejar que los Fuentes salieran ni tampoco que vecinos y parientes puedan
entrar a su casa.
Entonces los Fuentes tuvieron que plantar en su jardín
verduras para comer y llamaban a los vecinos y a la policía para que los
ayudara pero nadie los escuchó, como decía mi tío. A mi tío le quisieron pegar
una tarde que venia a casa con bizcochos.
Los Peterson gastaban mucha plata en sus guardias y
perros pero no les importaba porque
decían que así debía hacerse y así se haría. Ellos van a la iglesia pero no
escuchan al Padre Manuel.
Los Fuentes tuvieron que aprender a arreglárselas con
lo que tenían, a curarse como podían.
Uno de los Fuentes es mi amigo y no me resulta nada
raro, solamente la forma de hablar nada más.