Fin de año



Quizás mi sensibilidad sea inapropiada para estos tiempos. Es probable que hasta sea exagerada y que no merezca ser tomada en cuenta como dato para las estadísticas.

El fin de año lo pasamos con mi mujer en casa de mi madre con mis hermanas y mi sobrina.

No percibí la alegría en la calle de otros años. Tuve la sensación que para la gente despedía un año espantoso para comenzar otro peor.

Desgraciadamente lo que este mundo me inspira no tiene la luminosidad ni el color de los fuegos artificiales.

En mi país una mujer de la política con pocas luces acertó hace años con una definición: “Transitamos un túnel oscuro”.

Es un mundo oscuro donde impera la inequidad y florece el nazismo.

Mi manera de ser me impide festejar con tanta gente alrededor que la está pasando mal. Es como destapar botellas de champagne en una sala de enfermos terminales.

Sé que hay que desearles lo mejor a todos pero yo no soy tan generoso ni tan abarcativo.

Hay gente en este mundo a la que no le importa el sufrimiento de sus semejantes y que incluso de ése sufrimiento obtiene ganancias.
Hay gente en este mundo que fabrica armas, comete injusticias, siembra el caos y practica políticas económicas que conducen a sus países a la miseria.
Hay gente con la voluntad de los músicos del Titanic y siguen tocando el violín con el agua que le llega a las rodillas.
Pienso en los que me siguen: mis hijos, mis nietos. Pienso en la responsabilidad que tengo por lo que estamos dejando para ellos.
A veces pienso y siento de manera exagerada.