Tuqui





Me desperté con la noticia en la Rock&Pop, una radio que tiene que considerarlo piedra fundacional porque allí trabajó con todos desde sus comienzos aportando su inmenso talento.
Lo conocí en El Pozo voluptuoso la misma noche que a Guarnerio y parte del staff de Sátira 12, el suplemento de humor de Página. Guarnerio presentaba Haciéndose la del Monólogo y yo mi espectáculo. Por su humor ácido y corrosivo nos entendimos rápidamente.
Mis hijos eran muy chicos y el venía a casa. No recuerdo que había pasado en la escuela con mi hija Ayelén y él me dijo: “Si alguien le hace algo a Ayelén, voy, le arranco la cabeza y le cago en el agujero”. Era de decisiones drásticas. Hoy mi hija, cuando me llamó, me dijo que conserva una carta que le escribió en aquellos días.
Trabajamos juntos en Coma cuatro, con Guarnerio, Martín Rocco y Cherca. Un espectáculo bellísimo. Nuestros monólogos y dos ruedas de chistes improvisados que surgían a pedido del público. La gente ponía el tema en un papel y un mozo (Cherca) nos acercaba los pedidos. Tuqui llegaba con el espectáculo ya comenzado porque el horario era muy cercano con la salida de la radio. Bajaba las escaleras con el casco de la moto en la mano y subía al escenario saludando como si entrara a un bar. Nos divertíamos mucho.
Luego hicimos un ciclo juntos en el Centro Cultural Borges donde tomamos esa foto juntos: “Humor de una noche de verano”. Me pasaban a buscar por casa para ir a la función. Una noche dijo: “Es tan bueno trabajar con Molo que hoy me bañé”.
Hicimos también un ciclo en Museorock, un boliche que ya no existe en San Telmo con Legal y Guarnerio.
En un momento nos convocaron para escribir un libreto para teatro de revistas. Nos iban a pagar a medida que se aprobaran los textos. Cinco sketches aprobados y no aparecía el pago. Comencé a reclamar. El que se había comprometido a pagar me pregunta qué pasaba sino pagaban y yo le pregunté: ¿Vos querés seguir subiendo por tus propios medios a los escenarios? Fue a la radio y le dijo a Tuqui: “Tu socio está loco” a lo que él le respondió: “No, él es el normal, el loco soy yo”
Los recuerdos surgen ahora como pasa en estos casos. Dejamos de vernos sin una razón y supe de él por un amigo en común, Julio Parissi, que fue a verlo al último domicilio conocido.
Un ser especial, uno de los que no cuadraba en este mundo. Un hombre que hacía libros en miniatura con sus cuentos predilectos y su propia letra de imprenta. Tuvo durante un tiempo su revista de ciencia ficción, la que armaba artesanalmente.
Trabajó en tantos lugares que es imposible armar un currículum. Sus monólogos tenían chistes geniales y un nivel de repentista único. “En el patrullero van siempre tres policías. Atrás viaja el que sabe escribir”.
Hoy me desperté con la noticia en la radio. Sin que lo nombraran supe que hablaban de él, porque Tuqui era un tipo especial e inimitable.