A pesar de su total desconocimiento
sobre mi existencia y lo mucho que se yo de la suya somos amigos. En muchos
momentos me acompañó con una extraordinaria fidelidad transportándome a otros
mundos que no caminaré nuevamente porque ya lo hice con él siguiendo el rastro
que dejó en sus líneas.
Me ha quitado el sueño con su
brutalidad expresiva, con su simpleza, su estilo llano y directo, sin ornamento
ni concesiones.
A pesar de la nieve caída se
conservan las huellas de los trineos, las pisadas de los perros, búfalos y
lobos, la codicia por la fiebre del oro, la sed de la venganza y el criterio de
impiadosa justicia que imparte la naturaleza.
Las tribus listas para emigrar en el
invierno levantaron sus tiendas sin reparar en su presencia, su ojo observador
y su comprensiva mirada para inmortalizar sus movimientos.
Me lo recomendó mi maestro y yo
acepté la sugerencia por la que estaré eternamente agradecido.
Si lo cruzan en el camino no duden ni teman. Se llama Jack London.