Quizás deba
inventariar crepúsculos,
arriar oscuros pabellones,
encerrar fantasmas y caprichos,
acorralar pesadillas,
encajonar duermevelas.
Quizás deba
levantar puentes,
olvidar anclas oxidadas,
afilar los lápices,
plancharme la camisa,
escuchar a Mozart.
Quizás deba
dejar de prestarle atención a los
mensajes,
a la puntada en la rodilla,
a la regla de tres simple
y a la fórmula de la felicidad,
al orden cronológico,
al mal menor, al desconsuelo.
Quizás deba
acomodarme en la silla,
bajar la lámpara
y ponerle punto final al borrador.