Mentor

 

Foto: Gustavo Lidijover

Tuve suerte. En la vida me encontré con grandes maestros y un par de mentores. El que está en la foto conmigo es uno de ellos. Se llama Eugenio Ramírez y es arquitecto y pintor. Fue el dueño del Bar El Taller, lugar en el que debuté con unipersonales de humor el 26 de octubre de 1986, luego de pasar por un par de dúos. Allí estrené la primera versión de Solo Molo.

Si uno es observador notará la calidad humana de Eugenio cada vez que convoca a compartir. A su alrededor y sonriendo con él están siempre encargados del bar que lo tuvieron como jefe, artistas que contaron con él como anfitrión, parroquianos, vecinos, buena gente como Eugenio.

La presentación de mi libro “Disparates de la historia argentina” se realizó en su bar que también fue nuestro.

En aquellos años me invitó a oficiar de presentador y moderador de una mesa-debate cuando convocó al barrio de Palermo porque pretendían declarar a la zona residencial y con esa decisión, además de los bares, hubiesen cerrado otras fuentes de trabajo. Me invitó con mayor fe que la que yo tenía en mí mismo.

Hace unas noches nos vimos. Sigue como siempre: generando espacios de cultura y reuniendo gente en su nuevo lugar en el mundo: Central Newbery, una galería de arte exquisita.

Me presentó a sus amigos y para mi sorpresa dijo con las palabras exactas el remate del final de un sketch que yo hacía hace treinta y siete años. ¡Cómo no lo voy a querer!

El que tomó la foto fue Gustavo Lidijover quien durante años fue encargado del bar y hoy es su amigo y escudero. Eso también habla de los dos.

No recuerdo si alguna vez le dije gracias. Lo podría hacer en nombre de un club de artistas que trabajamos en el bar.