Suele jactarse el ser humano de ser la especie que predomina en el reino animal, la que marca la línea del progreso y la superación.
Sus leyes no siempre son naturales.
Hay muchos casos de animales que viendo a un ser indefenso, enfermo, o en desigualdad de condiciones, pese a pertenecer a su cadena alimenticia, lo ignoran. O sea, no matan para comer sin un código natural sobre el que desconoceremos por siempre su origen.
En el Subte línea B de Buenos Aires uno puede encontrarse con una pareja de ciegos que recorren los vagones, el hombre tocando el acordeón a piano y la mujer recogiendo las monedas que el público coloca en un vaso de metal que ella lleva en la mano. Se escucha en cada gesto el ruido.
Entraron al vagón como siempre, mientras caminaban despacio ella dijo: "Si quieren colaborar, tóquenme el brazo. Hay quienes nos roban el dinero".
Alguien que le roba a un ciego no puede ocupar el último escalón de los seres vivos.