Las Musas


Los artistas tenemos nuestros momentos de creación de acuerdo al buen humor de las musas, nuestras fuentes de inspiración. Ellas nos visitan en el momento más inesperado y se apoderan de nuestra Alma. Por ejemplo la mía suele venir a visitarme a las tres de la mañana, un horario complicado porque yo nunca estoy en casa y si estoy, me encuentro durmiendo o acompañado, lo que me obliga a despedirla descortésmente. Hubo una que dejaba notas en la puerta de casa: ¿Dónde te metiste sabandija?
A veces tocaba el timbre a cualquier hora y yo las atendía  por el portero eléctrico que sonaba de manera insistente, sin darme tiempo a descolgar.

-         Estoy con alguien, no puedo ahora (Luego mirando a mi compañía) –Los testigos de Jehová. Porque a uno no le conviene decir que a esa hora lo visita una musa. –Pasá mañana y leemos la Biblia juntos.

Una sola vez dije la verdad:
-         Es la musa.
-         Ay, bombón, no te enojes pero prefiero empanadas. Me hubieras avisado que te dio hambre y te preparaba algo.

A partir de ahí me dije: ¡Qué poco me valoro saliendo con una mina que confunde mi inspiración con una grande de anchoas!

Durante un tiempo me siguió una musa maníaca obsesiva.
-         Mi tema es la muerte –me dijo.
-         Disculpame no me interesa.
-         Cuando llegue la ambulancia hablamos...

Empezó a llamarme a cualquier hora.
-         Pensalo. Tengo chistes sobre seguros, funerales, suicidios, llegadas al Cielo... Llega un tipo al Cielo y San Pedro le dice...

Iba de compras al supermercado, levantaba una lata y ahí estaba:
-         Un tipo compra una lata de conservas en mal estado, llega al Cielo con diarrea y lo atiende un secretario de San Pedro.
Tiraba la lata y huía. Daba vueltas entre las góndolas para perderla y aparecía de nuevo cuando levantaba una botella de vino:
-         Dos borrachos chocan en una ruta...

Muchas veces discutí con ella en el colectivo yendo al trabajo.
-         Hablo con vos y me deprimo.
-         Porque no me dejás terminar la idea.
Hubo una distinta a todas. Era simpática y tenía chispa.
-         Imaginate –me decía.
-         Imaginate un auditorio en silencio.

Lamenté mucho la pérdida de una que encontré una vez en la calle. Estaba en una esquina:
-         Musa para escritores y guionistas, musa para escritores y guionistas...
-         ¿Qué tan buena?
-         Lo que permita la voluntad y la inexorable inclemencia del tiempo.
-         A la mierda...
-         Iremos aunque no juntos indefectiblemente.
-         ¿Tiene experiencia?
-         Fui la musa de Borges...

No le creí hasta que se presentó El Hombre de la Esquina Rosada y si no lo para ella, me cala el estómago como a una sandía.
Me la traje a casa y escribí toda la noche de un tirón pero cuando se fue no se me ocurrió acompañarla y como era ciega nunca supo como volver. Volví a la esquina donde la había encontrado pero solo hallé un par de imágenes para versos que no me servían, a Emma Sunz que seguía con el cuento de la falsa violación y al perro de Carriego.

Me encontré con la musa de los guionistas de TV, sin laburo diciendo: Solidaria, solidaria.