El 9 de julio aquel y éste


Recorriendo esta casa pensé que aquí mismo pudimos estar nosotros con el Mejor equipo de los últimos 50 años, porque cuando un pueblo está decidido a ir en una dirección no hay vuelta a atrás y ésta casa no tiene patio de atrás, tiene éste que nosotros vemos.
Hoy vemos esa época como muy lejana, también vemos a esas mujeres del cuadro de la Independencia como próceres inalcanzables, algo que nosotros no podríamos hacer aunque contemos con un Messi como Toto Caputo que te agarra un banco y te hace una escalinata. Eran personas con incertidumbres como nosotros o piensan que no se angustiaban al tener que separarse de España y pelear la tenencia de los hijos y la pensión alimenticia?
Se jugaban mucho entonces, como nosotros nos la jugamos ahora. Porque llevar a cabo una transformación grande como la Independencia o el Paseo del Bajo, o el Metrobus o los paso a niveles de los trenes no es de un día para el otro. Una transformación tan grande, como la que hizo Pichetto, por ejemplo, que pasó de insultarnos 15 días antes hasta entender la transformación y ponerse de nuestro lado no es para cualquiera. Yo mismo me encuentro parecido a Juan José Paso, porque cuando me preguntan algo que no sé, digo inmediatamente Paso, recordando al prócer.
Cambiamos de raíz muchas cosas y por las tormentas y los vientos los árboles nos quedaron un poco torcidos pero ahí están.
Ellos tenían que definir una Constitución, tomar decisiones, pensar si línea de cuatro en el fondo o línea de tres para los partidos bravos que nos tocan en la Libertadores.
Pichetto, como Belgrano miró al futuro dejando el barro de la política. Marcos Peña, como Monteagudo, planificó estratégicamente la política. Nos parecemos a ellos. Ellos tuvieron que hacer una Constitución, nosotros hicimos una estación en Constitución que es para sacarse el sombrero, qué pena que no tengo fotos acá para mostrarle a los tucumanos. Me comió la memoria del celu los últimos goles que me filmé en los picados de la quinta.
Yo veo a esos hombres de 1816 muy parecidos a nosotros. Ellos cambiaron el futuro, igual que nosotros, ellos gritaron somos imparables, igual que nosotros, ellos tenían sueños, igual que nosotros que ayer nos acostamos tarde y tuvimos que madrugar para venir hasta acá.
Somos personas de carne y hueso, ayer no había superhéroes y hoy tampoco. El hombre araña es norteamericano y a veces dudo que se cuelgue así de los edificios. Pero tuvimos a San Martín que cruzó la cordillera siempre saludando a todo aquel que se le cruzaba como buen granadero que fue.

La independencia era para siempre. La libertad era para siempre y si entendemos esto, no durarán en querer que nosotros nos quedemos para siempre.
Viva La Patria. Adelante con las empanadas.