Volar



Viajar es también un ejercicio a la reflexión. La empresa aeronáutica te convoca por los altoparlantes a formar filas para que el embarque a la aeronave sea organizado, incluso el ticket tiene una indicación que dice Zona para que te ubiques en la fila de prioridades de acuerdo a la ubicación en el avión. Cuando terminás de recorrer el pasillo que conduce al avión te encontrás con un micro donde nos volveremos a amontonar y a desorganizar frente a la escalerilla como si cada uno pudiera subir al avión por donde quiera incluyendo la ventanilla del piloto.

Cuando subís estás por ingresar te retienen con la bienvenida en la puerta a la que suelo observarle los tornillos porque a la altura de 11000 metros y a la velocidad de 900 kms por hora es difìcil divisar una ferretería o encontrar una pinza por cualquier desperfecto.
Cuando el avión carretea trechos muy largos dudo si el precio del pasaje era bajo porque viajaríamos por tierra.

Me gusta ver la cabina del piloto si la puerta está abierta. Certificar la actitud del piloto, si està tranquilo o nervioso leyendo el manual de la nave. Las azafatas sonríen porque cobran por cada viaje y sobre todo porque ninguno de nosotros todavía pulsó el botón solicitando asistencia.

En un viaje a Formosa la pasé realmente mal. El avión se sacudía de tal manera que no me alcanzaban las manos para aferrarme de los apoyabrazos, las luces se encendían y apagaban mientras alguien en el fondo gritaba ¡Azafata! ¡Azafata! Duró muchos minutos pero la voz dejó de escucharse. Me hizo pensar si tuvo la oportunidad de bajarse porque no le gustaba viajar de esa manera.

El piloto a veces da indicaciones inquietantes como: “Puertas en armado”. Uno piensa que deberían haber hecho ese trabajo antes de que saliera de fábrica o te da cierta inquietud que no sigan para el armado los pasos correspondientes y se salteen algún tornillo o algo. Suelen decir a veces “Soy fulano de tal “ y te aclaran la altura en pies porque aunque sean muchos uno piensa que está más cerca de alguna carretera. Otra indicación perturbadora es “Tripulación a sus puestos”. Yo siempre me estiro para mirar por el pasillo si van a correr alguna carrera. Nunca dicen: “Soy fulano de tal y tengo tantas horas de vuelo, dormí muy bien y estoy en un buen día, viajo con mis cosas porque me acabo de separar, anoche estuve de joda en lo de mi primo Uberto y estoy a la miseria.