Se
fue entre sueños, como soñamos irnos todos.
Se
tomó unos vinos y cenó con amigos en la casa de Maldonado, Uruguay, que él mismo
armó y decoró con el material que encontró: ruedas de carros, pedazos de
madera, listones, rieles, ese toque que le dan los artistas con alma de
arquitectos. Y soñando como siempre, no volvió a despertarse en este mundo.
Fue
maestro de mi amigo Marcelo Gabella y de mi hermana Tere. El cuadro que aparece
debajo de este artículo Marcelo lo pintó en su taller, trabajando con su
particular estilo.
En
su casa hicimos el homenaje a Marcelo y su obra. Hace unos días hablamos por un nuevo proyecto que nos unía. Me
dijo, con el alma de pintor siempre cerca, que estaba feliz por haberse operado de
cataratas y volver a ver con la nitidez necesaria para seguir creando. Que la
vida era otra.
Una
tarde, en Uruguay, me dio una clase maestra sobre la diferencia cultural entre
Uruguay y Argentina con un puñado de billetes. Me mostró que los uruguayos en
su moneda nacional tienen escritores, pintores, artistas y nosotros tenemos a
tipos como Roca. Y eso nos fue llevando a otros temas, mezclados con la visión
de escritor y pintor, charla regada con vino.
Se
fue entre sueños, en la maravillosa casa que construyó en Maldonado, a donde le
gustaba ir para recorrer el interior uruguayo y embeberse en su cultura gaucha.
Chau Luisito.