Triple X

Se rotulan como triple X aquellas películas con escenas de sexo explícito. Una advertencia al desprevenido usuario que lo que tiene en sus manos es de un contenido moral dudoso.

El ejercicio de la prostitución, además de resultarle rentable, le abrió varias puertas. La colocó en ambiente, la instaló en un círculo social al que no hubiese tenido acceso por mérito de cuna. Desde tiempos inmemoriales, gozar de ciertos encantos físicos tiene su precio para cada una de las partes del eventual, convenido y estipulado negocio.

Años más tarde, esa predisposición para acordar entre sábanas, la elevó a círculos de poder a los que pudo sacarle provecho aumentando capital y propiedades, rentas y alquileres con los que viviría holgadamente. No le importó que  fuesen espurios, ni que lo que llegase a sus manos proviniera de manos manchadas con sangre, abuso de poder, estafas y extorsiones. Los diarios de le época no calificaban así a las expropiaciones de todo tipo de los usurpadores del poder. Eran épocas en que el plomo era el metal corriente para soluciones finales.

Sus buenos oficios le  abrieron las puertas a ministerios y acceso personal a los funcionarios de alto rango. Esto le sirvió para rescatar a un hermano que sin remedio iría a engrosar la lista de desaparecidos, después de días de torturas en un centro clandestino. Resulta siempre curioso que de una misma familia, surjan personas con orientaciones y formación tan distintas.

Hoy está vieja y amargada. No comulga con las ideas ni con el estilo del gobierno. En la fila de las cajas de un supermercado, exclama, a viva voz, sin pudor ni recato, que la solución a los problemas del país es ir a las villas y asentamientos, sacar a los menores de cinco años y enviar un avión que prenda fuego a todos los que quedan.


Desde el principio al fin, su vida fue una película triple X.