Pensó en el
significado de la palabra plenitud. Nunca antes sintió con tanta intensidad que
la felicidad lo desbordaba, que el pecho era su centro y que en medio de este
paisaje soñado había consumado la reunión perfecta, que la emoción se convertía
en agua en sus ojos. Allí estaban sus padres, arquitectos que trazaron la base
de un proyecto consumado. Allí estaba su mujer, que siempre apoyó cada idea y
ahora disfrutaba con él de su triunfo como propio. Allí estaban sus hijos, a
quienes nada les faltaba.
Había soñado
durante dos años con este encuentro y este lugar. Nunca antes tan cerca del
cielo, rodeado de montañas que ahora quedaban debajo de él y de los suyos.
Quiso atesorar el momento, inmortalizarlo en una foto para colgarla en la pared
de la empresa, que le recuerde cada día al comenzar la jornada qué significa un
instante de felicidad capaz de mitigar cualquier pena transitoria.
Le entregó el
celular a su esposa, se alejó sonriendo y extendiendo los brazos, ebrio de una
excitación que le parecía interminable. Allí estaba cumpliendo un sueño con la
familia entera observándolo maravillada por su felicidad tan contagiosa.
Pueden decir una ráfaga de viento traicionera, un instante fatídico, una burla del destino, una intromisión del Diablo, un inesperado desprendimiento. Cualquiera de esas causas hizo que se despeñara al vacío delante de su familia.