Dos breves

 

Ilustración Darío Parissi

La milonga

 

Todos los jueves a la misma hora se encontraban en las clases de tango de una milonga de Palermo. Se conocieron allí y en el tiempo en que compartieron la pista de baile no se dirigieron la palabra. Hablaban los cuerpos, una comunicación física, profunda, nunca verbal. Por el sensual roce en los movimientos percibían qué tipo de día había tenido el otro y el corazón de ambos galopaba cuando la maestra de tango indicaba el cambio de parejas. El hechizo se rompió una tarde en un paso cruzado hacia adelante cuando él nombró a una mujer.


Humberto

 

Cuando el exilio en México carcomía los recuerdos de su amada Buenos Aires Humberto Costantini apeló a los recursos del novelista y a la magia del poeta. Tomaba una guía que tenía el plano de la Capital en distintas hojas, señalaba un punto al azar a ciegas con su dedo índice y luego observando donde se había posado describía los mínimos detalles del lugar. De ese ejercicio nacieron brillantes poemas para su libro Cuestiones con la vida.